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Cada año por estas fechas conecto con mi necesidad de retirarme del bullicio real y virtual generado por la casi obligada «comercialización de lo sagrado» de un calendario gregoriano que se ha impuesto sobre cualquier tradición y cultura antigua o moderna. ¿Como me sitúo ante tan generosos, generales y generalizados deseos de alegría, felicidad y prosperidad para el siguiente año?

No suelo tener éxito con el propósito de «retirarme de verdad»…aún no logro acertar, pese al esfuerzo y a la creatividad dedicados…ni escapándome a Turquía (donde casi me desmayo cuando veo el enorme árbol de Navidad en la recepción del Hotel!), ni quedando todo el día de Navidad en remojo en las aguas termales de Bad Homburg (la música de fondo evoca sin piedad renos y trineos a pesar de la prometedora arquitectura en estilo oriental). Intuyo que el lugar silencioso está en algún rincón de mi misma…mientras «mi misma» se mueve en un mundo en el cual lo cotidiano de demasiadas personas cercanas y lejanas está teñido cada día más por la in-justicia social, la des-igualdad de oportunidades y el mal-estar generalizado.

Todo ello parece disfrazarse en estas fechas con brillo y lentejuelas, Nochevieja de desbordante alegría, boyantes festejos y cantidades asombrosas de dinero literalmente quemado (!), por el goce de los amantes de los fuegos artificiales y de los…pe-tar-dos. He de reconocer que nunca he disfrutado con este escenario.

I just love the crescent moon setting

(Photo credit: Wikipedia)

Antes de la medianoche ya miraba el cielo desde la terraza, confesando mis dudas y rezando mis deseos a la Luna Nueva. Millones de personas no celebran hoy un año nuevo, o si lo celebran no es el 2014 sino el 2071, 4711 o 5744…a tantas personas queridas que conozco y amo -o incluso de quienes me han separado el tiempo, las migraciones o la decisión de terminar la relación- he querido desear lo mejor para si mismas: aquello que la Vida en este momento decida que cada una y cada uno necesita para su bien.

Respiro y suspiro buscando la Luna Nueva en un cielo estrellado y ruidoso, iniciando un supuesto 2014 con el ritual que me desveló hace años mi amada abuelita Lilith. Rosh Chodesh es tiempo de siembra y de nuevas intenciones ante la Luna que se renueva. Recuerdo y nombro los cambios que quisiera ver en mi misma y en mi realidad para poder seguir acompañando con energía, atención y respeto y -desde allí- seguir esparciendo las semillas de aquello en lo que creo profundamente.

No obstante y a pesar de todo, aquí van mis mejores deseos para todas y todos en este 2014 que empieza en las tinieblas de la Luna Nueva!

Luna nueva

Luna nueva (Photo credit: juanpg)

En la noche de ayer dediqué mis pensamientos y buenos deseos especialmente a quienes no he podido ni sabido ayudar en el pasado 2013. A pesar de mis esfuerzos por ser la persona y psicoterapeuta mejor que se y puedo cada día, no puedo evitar decepcionar una y otra vez. A ti, quien venías buscando una «salvación» y a quien no he podido «salvar», te recuerdo (¡y me recuerdo!) que no tengo el anhelo ni (menos aún) el poder de salvar a nadie, ni tampoco el de transformar tu sufrimiento en bienestar. Es más: ni tan solo ayudar puedo, sin tu ayuda.

A ti van mis más profundos deseos, de todo corazón, para que encuentres TU momento, el valor para enfrentarte a tu profundo dolor y la entrega necesaria para recibir ayuda. Entonces será posible caminar -en compañía de quien tu elijas- hacia el cambio y la renovación. Y, si querrás, yo estaré dispuesta a caminar contigo.