Etiquetas
Querido Carlos,
Tu despedida ha sido demasiado rápida e imprevisible para mi. Aún necesito silencio y tiempo para elaborar y tan solo puedo escribir…y dejarme sentir, como tu me enseñaste, sin juzgarme. Sentir desde la apertura y la vulnerabilidad que nos caracterizan al estar vivos…y en movimiento, sin dejar que nos atrape la parálisis («muévete, no te congeles», como decías tú…).
El sábado pasado estaba trabajando en Málaga, allí donde nos encontramos por primera vez personalmente hace cuatro años, en la «Tierra de tu madre». Llevábamos un tiempo de correspondencia via e-mail y ricas conversaciones via skype antes de este primer encuentro. Y el sábado pasado no me atreví a proponerte pasar y visitarte…me dijiste que estabas recuperándote, que el pronostico era bueno. Pensé que sería mejor dejarte descansar y no «embestirte» con mi energía. Volví a Mallorca con una sensación extraña…había estado tan cerca y sin verte. En tan solo unos días Marie-Louise Honka, tu querida discípula, nos fue informando con extrema sensibilidad de los repentinos cambios en tu estado de salud, hasta comunicarnos ayer, con inmensa tristeza, tu partida.
No importa lo que pase, mantente abierta y vulnerable (Carlos Chan)
Llevamos unos cuantos días velando por ti, unidos por la Red, enviándote amor, luz, bendiciones en una emotiva cadena de meditaciones y palabras llenas de reconocimiento y profundo agradecimiento. Tu noble y amoroso Ser ha juntado a tantas bellas personas que te quieren, Carlos, fusionadas sin barreras geográficas ni de idioma, en un mismo sentir hacia ti (no podía ser de otra manera, por tu misma esencia!). Me siento unida a ti, ahora gracias a la gran familia que creaste, la de alumn@s y discípul@s en Suecia y en el mundo. Y entonces puedo sentir en todas mis células que tu alma ha tenido un transito dulce y luminoso!
Siempre quedarás en mi corazón, Carlos, Ser excepcional, con todas tus enseñanzas y largas conversaciones…Decías entre risas que la Vida nos había hecho encontrar porque había sincronía, desde esta forma tan parecida de entender el trauma y abordarlo, sin saber la una del otro. ¡Pero que lujo haberte encontrado! Quiero recordarte así, alegre, crítico, creando consciencia, atrevido, profundo, fuerte y tierno al mismo tiempo, generoso, compartiendo tu sabiduría, mostrando tu valor y tu sensibilidad…te reconozco Maestro, Carlos. Y amigo estimado.
Has ido elaborando y desarrollando a lo largo de décadas de trabajo clínico, formaciones e investigación una forma única y muy poderosa de transformar el trauma en fortaleza. Y tu legado seguirá vivo, de la mano de quienes tu has elegido y, un poco también, de todos los que hemos tenido el privilegio de enriquecernos con tu presencia y sabiduría.
Gracias por tu generosidad y paciencia infinitas cuando te pedía consejo porque andaba perdida, cuando accediste con tanta humildad a tratar a quienes recomendé contactar contigo, cuando me animabas a incluir más y más el cuerpo en mi forma de trabajar con el trauma, a atreverme, sin nunca dejar de respetar la delicadeza de las mujeres (especialmente de las puérperas)…
Gracias por confiar en mi, por animarme a escucharme siempre, a seguir mi instinto cuando me «peleaba» con ciertas técnicas de la Gestalt y por darme permiso en «cambiarlas», en «dulcificar» la técnica acorde a mi forma de ser y de sentir.
Gracias por animarme a escribir y así ordenar y plasmar mejor mi forma de abordar el trauma, por sugerirme trabajar cada vez más con grupos terapéuticos (aún me percibo un poco tímida en este punto, aunque cada vez menos y más allá de los grupos formativos).
Gracias por acogerme y acoger a mi familia en tu hogar, por la alegría de celebrar juntos mi 45º cumpleaños y contarnos apasionadamente de «tu Gibraltar» (ayer mi hijo te recordaba con una mano en el corazón, prometiendo nunca olvidar todo lo que aprendió de tus narraciones acerca de la historia de Gibraltar).
Gracias desde lo más profundo de mi alma por compartir conmigo tu historia de vida y animarme a hacer lo mismo con la mía…allí donde encontramos las raíces y las heridas comunes es donde descubrimos como -tal vez- llegamos a investigar por caminos similares y a sincronizar los sentires?!? No importaba realmente la respuesta, porque nos divertía más descubrir que hablábamos este mismo idioma! Quiero seguir aprendiendo de ti, Carlos, te repetía. Aún no sabíamos que la Vida y la Muerte estaban confabulando a nuestras espaldas -tan pícaras ellas- robándonos la posibilidad de llevar a cabo aquel soñado taller residencial con pacientes y terapeutas aquí en Mallorca…Tu querida Ana fue muy sabia cuando dijo, entre risas «¡Pero no os demoréis mucho con este proyecto!» Me comprometo a llevarte siempre conmigo, con tu sonrisa y enseñanzas, así como siempre estás presente cada vez que toco y siento el trauma.
Anoche, tras saber que te fuiste, me acosté pronto, con mal cuerpo y con dolor de cabeza. Tu muerte me dolió en la herida aún fresca de la pérdida de mamá y sentía que iba a explotar. Sin embargo, inesperadamente soñé contigo, sonriente y sereno, montando en tu bicicleta (!) y junto a mi madre! Ella pedaleando en otra bici, joven, melena al viento y feliz. Me mirabas riendo, saludándome con una mano y gritándome lo fácil que es todo, que no hay sufrimiento y que allí mi mamá se puede mover con soltura y su cuerpo ha recobrado flexibilidad y ligereza…Me desperté con esta imagen, con la sensación de haber recibido un gran regalo. Y con el corazón lleno de tristeza y alegría a la vez. Agradecida, hasta por lo que vienes a transmitirme en los sueños..! Saber que estás pedaleando por allá con mi madre me reconforta y me regala una sonrisa, en este amargo amanecer. Gracias por hacer de este mundo un lugar más pacífico y amoroso. Que la Luz de tu Alma nos guíe siempre. Forever grateful.